Caso de estudio: Cómo transformamos una credenza en una consola a la medida perfecta
Cada proyecto de Casa Latón comienza con una pregunta silenciosa: ¿qué necesita realmente el espacio? No qué quiere comprarse el cliente, no qué existe en catálogo, sino qué forma, proporción y presencia demanda la arquitectura. Este caso de estudio aborda una transformación que, aunque sencilla en apariencia, implicó una serie de decisiones técnicas y estéticas que redefinieron por completo un ambiente. Se trataba de convertir una credenza estándar en una consola a la medida perfecta. La simple idea de “alargar, ajustar y estilizar” abrió la puerta a un proceso profundo donde la materia, la escala y el oficio se encontraron para crear un objeto que parecía siempre haber pertenecido ahí.
El punto de partida: una credenza que no dialogaba con el espacio
El cliente tenía una credenza funcional, sólida, pero visualmente pesada y limitada por sus proporciones. El mueble, de un metro cuarenta de largo, presentaba frentes demasiado divididos y una profundidad pensada para almacenamiento general, no para circulación fluida. Al colocarse en el muro principal del área social, la pieza interrumpía la lectura visual y comprimía el paso. El problema no era el objeto en sí, sino su relación con la arquitectura. El espacio pedía una línea más alargada, más liviana, más silenciosa.
En una sala donde la luz era protagonista, la credenza absorbía en vez de reflejar esa sensación de amplitud. Su material, un laminado oscuro sin lectura natural, generaba contraste innecesario. Su base baja y ancha provocaba que el mueble se percibiera estancado, casi como si perteneciera a otra casa. El cliente lo notó después de vivir varios meses en el espacio: la credenza simplemente no pertenecía. Y ahí comenzó la conversación.
Entender el comportamiento del espacio antes de intervenir la pieza
Antes de pensar en cortes, materiales o geometría, analizamos cómo funcionaba el espacio: qué muros lideraban la composición, dónde entraba la luz, qué áreas necesitaban calma y cuáles equilibrio. La pared donde reposaba la credenza medía tres metros ochenta, completamente limpia salvo por un pequeño cambio de textura en el extremo. Ese muro, alargado y sin interrupciones, pedía una pieza que acompañara la proporción horizontal y reforzara la sensación de amplitud.
También estudiamos la circulación: el paso frente al mueble necesitaba abrirse unos centímetros más para que la transición entre sala y comedor fuera natural. Esto nos llevó a replantear la profundidad del mueble, reduciéndola sin sacrificar su capacidad. La consola debía convertirse en un mueble que aportara orden sin ocupar volumen.
Por último, evaluamos la luz: una ventana lateral generaba sombras largas durante la tarde, lo que significaba que cualquier textura o veta debía trabajarse con intención para que respondiera elegantemente a ese comportamiento lumínico.
De credenza a consola: una transformación basada en proporción y gesto
El primer paso fue redefinir la proporción general. Pasamos de una credenza corta y profunda a una consola larga, fina y fluida. El nuevo diseño extendió el mueble hasta dos metros ochenta, casi de muro a muro, pero redujo la profundidad a treinta y dos centímetros. Ese simple cambio transformó por completo cómo se percibía el espacio: ahora el mueble acompañaba la arquitectura, no competía con ella.
Optamos por elevar la pieza con una base retranqueada que permitiera una sombra visual ligera, casi flotante. Esta decisión generó un gesto silencioso pero poderoso: la consola parecía más ligera, más contemporánea y más adecuada para un espacio social.
En cuanto a los frentes, eliminamos divisiones innecesarias y buscamos continuidad material. El diseño final integró tres grandes módulos con un sistema de empuje suave, sin jaladeras y con uniones precisas. La consola no quería llamar la atención; quería construir orden.
La elección de la materia: cuando el material define la atmósfera
Uno de los mayores cambios estuvo en la materia. Dejamos atrás el laminado opaco para introducir madera natural de encino americano. Su veta suave y su tono cálido elevaron instantáneamente el ambiente. La superficie mate permitió que la luz se depositara sin brillos artificiales, creando un diálogo natural entre sombras y textura.
El interior se fabricó con una estructura sólida en MDF de alta densidad, reforzada en puntos estratégicos para soportar el largo sin deformaciones. Se aplicó un sellador mate al aceite que protege la madera conservando un tacto sedoso y profundo. Cada frente se configuró con vetas alineadas, creando una lectura continua digna de una pieza de galería.
Este cambio de materia no fue decorativo; fue atmosférico. La consola se convirtió en un elemento que hacía respirar la sala. Desde la primera prueba en sitio, quedó claro: la madera había devuelto calidez y calma al espacio.
Detalles técnicos que marcaron la diferencia
La transformación incluyó una serie de decisiones técnicas que no se ven a simple vista pero que definen la calidad de la pieza. Uno de ellos fue reforzar la estructura trasera para evitar flexiones en un mueble tan largo. Otro: ajustar milimétricamente el sistema push para que las puertas abrieran con la misma presión, creando esa sensación de ingeniería silenciosa.
También trabajamos el canto con un perfil microchaflán de apenas un milímetro. Este gesto casi imperceptible suaviza la pieza sin perder su esencia monolítica. El zócalo fue retranqueado siete centímetros para que la consola diera la ilusión de estar suspendida sin comprometer estabilidad.
Estos detalles son los que convierten un proyecto hecho a mano en un proyecto hecho con intención.
El resultado: una consola que parece haber nacido del muro
Cuando instalamos la consola final, el cambio fue inmediato. El muro dejó de sentirse vacío y pasó a sentirse articulado. La pieza fluía con el espacio, extendiéndose con elegancia y sin ruido visual. La circulación mejoró, la luz encontró una nueva superficie donde deslizarse, y el ambiente se volvió más cálido y coherente.
La consola no intentaba ser protagonista, pero lo era. Su presencia era silenciosa, firme, exacta. Y lo más importante: parecía diseñada junto con el departamento, no añadida después. Ese es siempre el verdadero éxito de un mueble a la medida.
Conclusión: la importancia de diseñar desde la arquitectura y la vida real
Este caso de estudio demuestra que transformar una credenza en una consola no es solo modificar medidas; es entender el espacio, la luz, el uso y la vida cotidiana. Un mueble bien diseñado acompaña, ordena y equilibra. No impone, no distrae.
En Casa Latón, cada pieza nace de esa filosofía: que la materia respire, que la proporción hable y que el objeto encuentre su lugar natural. En este proyecto, la consola no solo solucionó un problema funcional; reveló el potencial arquitectónico del espacio. Y allí, en ese equilibrio entre forma, técnica y propósito, es donde el diseño se convierte en experiencia.
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